Esta es una empresa perfecta. Todo funciona perfectamente. Cada
uno sabe qué función tiene que hacer. Los resultados son extraordinarios. Todo
está previsto y supervisado. No hay nada que se deja al azar. Todo está
programado y no puede haber, ni lo hay, ningún fallo por pequeño que sea. Cada
uno está en su sitio, haciendo su trabajo, con una excelente perfección del
sistema organizativo que se ha planteado. ¡Todo controlado!.
De pronto, un día, una pequeñísima luz se enciende dentro de
perfecto organigrama. Existe un pequeño rumor acerca de algo. No tiene
importancia. No vale la pena hacerle caso. Tal como se ha encendido se apagará.
El autor nos quiere transmitir los peligros de los rumores en las
empresas.
'El nivel de rumorología es un termómetro del nivel
y la calidad de la comunicación interna'
Siempre se ha dicho que el rumor es la antesala de la noticia;
siempre nos han contado que cuando el río suena, algo lleva. El autor hace un
paralelismo entre un virus, que se va extendiendo por todos los canales de
nuestro cuerpo o por todos los programas de nuestro ordenador si no es que nos
vacunamos contra ese mal o nos instalamos un antivirus.
A todos nos gustan las cosas claras, sin dudas, para poder saber
donde estamos, qué decisiones o actuaciones debemos de hacer y donde queremos
llegar.
En las empresas en proceso de cambio, los rumores
llegan a sustituir a la comunicación oficial, algo que hay que evitar a toda
costa.
Un rumor en una empresa, un rumor en una organización, sólo genera
desconfianza, temor, duda; hace que nos desconcentremos, que estemos faltos de
atención en nuestro quehacer diario y muchas veces que nuestra mente esté
libremente perdida sin prestar atención en lo que realmente necesita estar
centrada.
Antes de hacer circular cualquier información, debemos tener clara
dos ideas básicas de la misma, una que
la información es cierta y positiva y dos que ayuda al buen funcionamiento de la empresa,
pero si no es correcta, estamos ante un rumor, un “dicen que dicen”, y entonces
podemos definirla como un rumor, que si no se detiene tiende a expandirse como un virus; no tiene fin. Es
como una epidemia.
Las organizaciones suelen tomar conciencia de que se
están enfrentando a un verdadero problema cuando el rumor ya se ha extendido y
ha tomado fuerza. Para poder atajar el rumor y acabar con él, hay que ser rápido y
romper la cadena de su expansión. Hay que tomar medidas con prontitud.
Primeramente facilitando la información necesaria con datos reales y al mismo
tiempo, actuar sobre el origen del rumor. ¿Dónde ha surgido?, ¿Quién lo ha
iniciado? Es preferible actuar sobre la persona que lo ha empezado que actuar
sobre la colectividad.
¿Por qué lo ha hecho?, ¿Por qué su actuación? Como se suele decir,
hay que tomar medidas al respecto y cortar por lo sano antes de que se nos
infecte toda la organización. Han de eliminarse sistemáticamente las principales
fuentes de rumores, como la crítica, la especulación sobre las decisiones tomadas,
las malas interpretaciones... Todo componente organizativo de la empresa debe
de saber que lanzar algo que no se ha constatado no es beneficioso ni para él,
ni para la empresa.
Algunas armas que podemos utilizar en esta lucha
interna son según el autor:
-
La gente: Hay que conocer a los compañeros y no
prejuzgarlos. Hay que dedicarle tiempo y compartir con ellos sus pensamientos,
sus inquietudes, qué les motiva y qué no.
- Las relaciones: Hay que saber llegar al compañero,
hay que saber las habilidades sociales de cada uno de ellos.
- La transparencia: Con la verdad siempre por delante,
no hay que ocultar información.
- Tener valor y ser claro a la hora de transmitir
cualquier noticia, buena o mala. Eso sí, no hay que ser negativo, tan sólo
claro.
- Ser íntegro: Lo que decimos debe de ser lo mismo que
lo que hacemos. El mejor ejemplo que damos a los demás es nuestra actitud.
- Ser rápidos: dar la información sin retrasos y de manera efectiva.
- Ser rápidos: dar la información sin retrasos y de manera efectiva.
Con
todo ello, el autor lo que ha pretendido en su libro es facilitarnos las reglas
básicas para poder mejorar la comunicación y el entendimiento entre los
componentes de las empresas y de sus organizaciones. Hay que saber minimizar
los problemas y los malentendidos, y hay que saber atajarlos, si es posible sin
dañar a los demás, pero a veces hay que tomar las acciones que se crean
oportunas en beneficio de la empresa.
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