miércoles, 28 de septiembre de 2011

LIE TO ME





Las personas somos un libro abierto. Cada uno de nuestros actos, cada uno de nuestros gestos, nuestra posición, nuestra manera de mantener la mirada, de estrechar la mano, de saludar, de contestar, en general, de comportarnos, delatan por  nuestros signos corporales bastante más información que la que nosotros queríamos transmitir en esos momentos.

En éste primer capítulo que visualicé de la serie “lie to me”, lo que más captó mi atención y lo que más me sorprendió, fue la facilidad con la que los protagonistas lograban sacar conclusiones a través del análisis detallado de  los signos corporales que los detenidos les manifestaban en sus respuestas pudiendo detectar en todo momento las mentiras y falsedades  que les contaban para cambiar la realidad de los hechos sobre los que les estaban preguntando.

Y es que como bien se dice: “LA VERDAD ESTA ESCRITA EN NUESTRA CARA”.

Nuestros gestos, nuestras miradas, cualquier palabra nuestra muestra y demuestra la realidad y certeza de lo que decimos o sentimos, o bien la falsedad de lo mismo.

En la cara están las señales con las cuales puedes detectar fácilmente y atrapar al mentiroso.

Alguna de ellas son:

• Una persona sincera sonará congruente. La gente que miente es incoherente y queda mal continuamente, lo que dicen y lo que hacen no siempre va a la par.

• El manejo de los tiempos al demostrar las emociones, también es poco común. Un mentiroso tiende a concentrar la sonrisa y el comentario en el mismo tiempo.

• Las expresiones, los gestos y las acciones no concuerdan.

• La expresión de emociones de todo tipo, desde felicidad y sorpresa hasta tristeza y enojo, cubren todo el rostro. En el mentiroso no hay emoción en sus ojos ni su frente, solo en sus labios o boca.

• El mentiroso se siente incómodo y evita la conversación y el encuentro de quien lo cuestiona,  por lo tanto, tiende a tener el menor contacto posible con la victima de su engaño.

En general y volviendo a la frase inicial, SOMOS UN LIBRO ABIERTO, con la facilidad para que todo aquel que quiera leernos, hojearnos e interpretarnos pueda hacerlo desde la página inicial hasta la final.
Es sumamente fácil interpretar cada uno de nuestros gestos y de hecho, muchas veces hemos tenido delante nuestra a personas que hemos sabido que lo que nos estaban contando era pura fantasía, es decir, simplemente no era cierto lo que estaba contando.

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