jueves, 13 de octubre de 2011

YO LO MIRO ASÍ

En el ejercicio práctico que hemos realizado en clase, nuestra profesora ha elegido  a tres compañeros  de clase y se los ha llevado al pasillo para explicarles y contarles las características de un objeto, el tamaño y forma, el material por el cual estaba compuesto y finalmente sus colores.

La dinámica consistía en que, al entrar a clase, el resto de compañeros preguntaran sobre tales características, material, colores, forma y tamaño, para tratar de adivinar cuál era el objeto descrito por nuestra profesora.

En realidad, ha sido bastante difícil adivinarlo, ya que, cada uno de nosotros pensaba en un objeto diferente; había tantos posibles objetos como opiniones distintas teníamos los que nos habíamos quedado en clase, y cuantas más preguntas hacíamos nos iban surgiendo nuevos pensamientos con nuevos objetos, según la idea que cada uno tenía en su cabeza.
 
¿POR QUE?

Muy fácil, cada uno de nosotros tenemos una visión subjetiva de todo cuanto nos rodea.

¿Cómo aplicamos este sencillo acto en nuestra vida profesional? ¿Qué podemos sacar de esta pequeña experiencia?

En teoría, muy fácil también. Tanto nosotros mismos, como nuestros usuarios, somos seres individuales, con nuestra propia manera de ver e interpretar las cosas, con libre pensamiento y con un máximo de respeto hacia la opinión del paciente y a su manera de ver, sentir e interpretar a su vez las mismas cosas que nosotros, aunque seguramente, de una manera distinta a la nuestra.

El tener distintas opiniones no implica el tener la razón siempre nosotros y que el paciente esté equivocado. Hablamos del mismo objeto, hablamos de la misma situación pero vista e interpretada de una manera totalmente particular e individual.

Por cierto, al final resulta que el objeto que tanto nos ha mosqueado y que tanto nos ha hecho pensar  y que de tantas maneras se nos ha descrito, era teléfono móvil de nuestra profesora.


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